La ceremonia, presidida por el Arzobispo de Buenos Aires, Mons. Jorge Ignacio García Cuerva, reunió a más de 6500 personas, entre las que se encontraban obispos auxiliares, sacerdotes, seminaristas y diáconos. La presencia de los chicos sordos del Instituto Próvolo, acompañados por intérpretes, añadió un toque de inclusión y emotividad al evento.
Durante la homilía, Mons. García Cuerva destacó la importancia de tres tesoros fundamentales en la vida de cada persona: la alegría, la amistad y el perdón. "Cuidamos el tesoro de la alegría", proclamaron los chicos en respuesta a su llamado. El Arzobispo también resaltó la relevancia de la amistad, instando a los jóvenes a compartir este valioso tesoro con aquellos que se sienten solos.
El tema del perdón ocupó un lugar central en la homilía, donde Mons. García Cuerva elogió la capacidad de los niños para perdonar rápidamente y destacó el valor de este tesoro en el camino espiritual. "Cuidamos el tesoro del perdón", afirmaron los niños con entusiasmo.
La misa contó con un emotivo gesto solidario, el "Gesto Solidario", durante el momento de las ofrendas. Los fondos recaudados en esta ocasión fueron destinados al Comedor "Madre Teresa de Calcuta", que brinda almuerzos diarios a personas necesitadas en el barrio de Soldati. La generosidad y la solidaridad se manifestaron una vez más como parte esencial de la fe católica.
La participación de SAGRADA TEATRO, que interpretó la obra "El Principito" en formato de comedia musical, añadió una dimensión artística y reflexiva a la celebración. La historia del pequeño príncipe que descubre el tesoro del amor en su corazón resonó con el mensaje central de la misa.
El evento concluyó con una reflexión sobre el escudo personal del Arzobispo, que simboliza diferentes aspectos de su corazón y su compromiso con la comunidad. A través de esta metáfora, Mons. García Cuerva compartió su deseo de estar presente y conectado con la realidad de Buenos Aires, especialmente con los más necesitados.
La 37º Misa Arquidiocesana de Niños fue un encuentro de fe, amistad y alegría que dejó una huella profunda en los corazones de los asistentes. Los tesoros compartidos durante esta celebración continúan iluminando el camino espiritual de todos, recordándonos la importancia de cultivar la alegría, la amistad y el perdón en nuestras vidas.